Epilepsia en un perro: conoce las causas y posibles tratamientos

Si bien la epilepsia puede ocurrir en todos los mamíferos, se observa con mayor frecuencia en humanos, perros y gatos. Se estima que hasta el 5% de todos los perros pueden experimentar un ataque epiléptico en algún momento de sus vidas. Por lo tanto, es una de las enfermedades neurológicas más comunes que se encuentran en los perros.

Los ataques de epilepsia pueden variar en intensidad y características (especialmente en el caso de ataques parciales) y, por lo tanto, pueden confundirse fácilmente con otras enfermedades, por ejemplo, problemas de conducta, narcolepsia. Las convulsiones también pueden ocurrir como una enfermedad independiente (epilepsia primaria idiopática) o ser uno de sus síntomas (epilepsia secundaria, que se observa, por ejemplo, en perros con un tumor cerebral, pero también en intoxicaciones).

Causas de la epilepsia en perros

La epilepsia es una enfermedad neurológica asociada con inhibición y excitación alteradas en el cerebro que conducen a la activación paroxística de las neuronas corticales. Puede darse tanto en perros jóvenes que no tengan otros problemas de salud como a consecuencia de una enfermedad o accidente. Debido a la causa de la enfermedad, la epilepsia en perros se puede dividir en idiopática y secundaria.

Epilepsia idiopática en perros

La epilepsia idiopática, a menudo llamada epilepsia juvenil, suele aparecer entre los primeros y cinco años de vida de un perro. Este tipo de epilepsia suele ser genético, por lo que no se deben criar perros enfermos, se recomienda la castración o esterilización. Las razas particularmente en riesgo de desarrollar epilepsia idiopática incluyen beagles, pastores belgas, spitz finlandeses, perros lobo irlandeses, perros de montaña de Bernese y border collies.

Epilepsia secundaria en perros

Las convulsiones también pueden ser causadas por otra enfermedad, trastorno o incluso por un accidente automovilístico. Este tipo de epilepsia se observa con mayor frecuencia en perros mayores. A menudo es muy difícil determinar la causa de las convulsiones; en algunos casos, es posible y necesario tratar la causa raíz (por ejemplo, en el caso de enfermedades metabólicas o cáncer).

Una causa común de epilepsia es un accidente de tráfico o una lesión en la cabeza. Desafortunadamente, la epilepsia puede desarrollarse incluso varios años después del accidente, por lo tanto, es importante realizar un historial médico completo durante el diagnóstico. Se estima que aproximadamente el 7% de la epilepsia canina es causada por varios tipos de lesiones en la cabeza. Determinar la causa en este caso no siempre es posible, especialmente en el caso de adoptantes con pasado desconocido.

Otras causas de epilepsia secundaria:

  • Hidrocefalia (especialmente en razas miniatura)
  • Hemorragia
  • Envenenamiento con metales pesados, drogas, productos fitosanitarios
  • Desnutrición y deficiencias vitamínicas graves (especialmente tiamina)
  • Degeneración de órganos
  • Enfermedades infecciosas (rabia)
  • toxoplasmosis
  • Enfermedades metabólicas (especialmente en schnauzers miniatura)

Tipos de ataques epilépticos en un perro

Las convulsiones en perros pueden variar en forma e intensidad. Las más espectaculares y, al mismo tiempo, las más estresantes para el cuidador son las convulsiones generalizadas (gran mal): este tipo de convulsiones se asocia con mayor frecuencia a la epilepsia. Sin embargo, vale la pena saber que, en algunos casos, los ataques epilépticos pueden ser mucho más sutiles. Se llaman ataques parciales. Los ataques parciales no provocan pérdida del conocimiento, aparecen convulsiones leves, la mascota puede parecer ausente o babeando. En algunos casos, estas convulsiones duran tan poco tiempo y causan síntomas tan sutiles que es posible que el cuidador ni siquiera las note.

Convulsiones malignas: los síntomas más importantes son:

  • convulsiones violentas
  • ruidos incontrolables (aullidos, gemidos, ladridos)
  • vómitos
  • Salivación
  • Paso o incontinencia de orina y heces
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Fases de las crisis epilépticas

Las tres fases más comunes de un ataque epiléptico son:

Fase subromal (“aura”): puede ocurrir varios minutos o incluso horas antes del ataque real. La mascota puede comportarse de forma ligeramente diferente a lo habitual. Algunos animales estarán más agitados, otros, por el contrario, se calmarán y buscarán un lugar tranquilo y silencioso. Es muy difícil interpretar correctamente el comportamiento de un perro si no ha sufrido epilepsia, pero en los perros que padecen epilepsia durante mucho tiempo, cierto comportamiento ayuda a prepararse mejor para la convulsión real.

Convulsión propiamente dicha (ictus): comienza repentinamente, por lo general dura unos minutos. La mascota puede caerse, se producen convulsiones intensas.

Episodio postepiléptico: un perro después de una epilepsia puede sentirse confundido, debilitado o avergonzado. Puede sentir la necesidad de descansar, comer o beber. Dependiendo de cada perro, el tiempo de recuperación de una convulsión puede variar mucho: algunos perros se recuperan muy rápido, otros no los toman bien y tardan en recuperarse.

Una convulsión suele durar unos minutos, normalmente no más de 5 minutos. Si una convulsión dura más de 10 minutos, no es una convulsión sino un estado epiléptico. También hablamos de estado epiléptico cuando no hay una recuperación completa entre dos (o más) crisis que ocurren en un corto período de tiempo. El estado epiléptico es una grave amenaza para la salud y la vida; si persiste, debe detenerse farmacológicamente.

Primeros auxilios durante una convulsión en un perro

El comportamiento del cuidador durante un ataque epiléptico tiene un gran impacto en la seguridad de la mascota. Lo más importante es mantener a tu mascota segura. Aleja de él los objetos peligrosos, no lo dejes caer desde una altura si recibe un ataque en el sofá o la cama, aleja de su boca objetos pequeños que pueda tragar accidentalmente.

Verifique el momento en que comienza la convulsión: durante un ataque de epilepsia, es importante realizar un seguimiento del momento en que ocurre la convulsión. Si es posible, es una buena idea grabar el ataque con su teléfono para mostrarle el curso al veterinario.

Traiga una guarida suave o almohadas que absorban los impactos contra el piso durante las convulsiones, gracias a esto, su mascota podrá recuperarse más rápido.

En la mayoría de los casos, no es necesario sacar la lengua. Si tu mascota no se está ahogando, es mejor no actuar precipitadamente. Recuerde que el perro no controla su cuerpo durante el ataque, por lo que puede ser mordido accidentalmente al intentar sacar la lengua.

Si el ataque termina en menos de cinco minutos, deja que tu mascota se recupere. No acudas al veterinario enseguida, puedes llamar a la clínica y avisar con antelación. El ataque de epilepsia de un perro es agotador y la mascota debería poder recuperarse. Observa el comportamiento de tu mascota y llévalo al veterinario cuando veas que ya se siente un poco mejor.

Diagnóstico y tratamiento de la epilepsia

Las diferentes causas y síntomas de la epilepsia en perros individuales la convierten en una enfermedad que no es fácil de diagnosticar correctamente. Si bien el riesgo de confusión es bajo en las convulsiones típicas de gran mal estándar, es fácil cometer un error en las convulsiones parciales.

Lo más importante es averiguar qué causó la epilepsia de su perro. Si un perro tiene epilepsia secundaria, será necesario establecer la causa, especialmente si la condición subyacente requiere tratamiento inmediato. El primer paso es una entrevista exhaustiva. La edad del perro, otras condiciones médicas, el curso del ataque e incluso la salud de los padres (si se conoce) pueden ayudar a determinar la causa.

Las pruebas realizadas en el diagnóstico del investigador incluyen, entre otras morfología, examen del fondo de ojo, sistema cardiovascular, ionograma (puede ayudar a detectar problemas con la glándula tiroides), examen toxicológico, ultrasonido, rayos X, EEG, resonancia magnética o tomografía. No siempre es necesario un conjunto de pruebas para encontrar la causa; según el perfil del paciente preparado durante la entrevista, el veterinario establece un plan de acción adecuado. En el caso de epilepsia secundaria, se emprende el tratamiento de la causa subyacente.

Para los ataques frecuentes, lo más frecuente es que se tomen medicamentos antiepilépticos de por vida para reducir el número de ataques. Sin embargo, si los ataques ocurren con poca frecuencia (cada pocos meses o semanas) y el estado de salud de la mascota limita la posibilidad de tomar medicamentos de forma permanente, es posible que no se recomiende un tratamiento farmacológico, sino solo los cuidados adecuados para la mascota durante los ataques (a menos que comienzan a ocurrir con más frecuencia). En caso de un ataque, se administran agentes de detención (nasales o rectales).

El cuidado de un perro con epilepsia requiere vigilancia y cuidado. Los medicamentos antiepilépticos requieren precisión en la dosificación; incluso las desviaciones leves pueden reducir la eficacia de los medicamentos. Es importante destacar que, si bien ninguna dieta en particular ha demostrado ser efectiva para tratar la epilepsia en un perro, las grandes diferencias en los alimentos con macronutrientes pueden afectar la absorción de los ingredientes activos.

Esto quiere decir que a la hora de administrar fármacos antiepilépticos, es mejor no experimentar por su cuenta cambiando la alimentación de la mascota, y lo mejor es realizar cambios en la dieta bajo la supervisión de un nutricionista animal. El consumo de fármacos antiepilépticos que se toman de forma regular puede sobrecargar el hígado, por lo que en el tratamiento a largo plazo conviene vigilar el efecto de los fármacos y visitar al veterinario periódicamente.

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